Cuántos empresarios no quisieran tener la suerte de algunas personas exitosas que parece que donde se paran, sale el sol. Empresarios exitosos que igual que el rey Midas lo que tocan se convierte en oro. El factor de la suerte indudablemente influye en el mundo de los negocios, pero la pregunta aquí es si la “suerte” es producto de la casualidad, o la suerte se trabaja y por tanto se pueden cultivar ciertos hábitos para atraerla.
Cuál es la sutil diferencia entre los empresarios que son empleados y el banco liquida, y tienen por ahí la receta de la abuela o de la mamá, empiezan a hacer tacos con su liquidación y se convierten en la “Taquería la Oriental”; o aquellos que conocen a un tipo chaparrito que pretende jugar futbol en Italia y de plano lo mandan a otro equipo porque no la va a hacer… y menuda sorpresa al paso del tiempo anota el gol con la “mano de Dios” y se convierte en el mejor jugador del mundial y una de las figuras más relevantes en la historia del deporte.
La gente ha buscado durante siglos una manera efectiva de mejorar su buena fortuna. Fetiches, amuletos de la suerte y talismanes han sido encontrados a través de la historia en prácticamente todas las civilizaciones. Muchas de estas creencias y comportamientos continúan con nosotros y han sido pasados de generación en generación. Nuestros padres nos hablaron acerca de ellos y nosotros los heredaremos a nuestros hijos. Pero, ¿por qué persisten? La respuesta se encuentra en el poder de la suerte.
A través del tiempo se ha reconocido que la buena y la mala suerte pueden transformar vidas, empresas e imperios. Unos cuantos segundos de mala fortuna son capaces de dar al traste con años de esfuerzo, y los momentos de buena suerte pueden ahorrarnos una enorme cantidad de trabajo o salvarnos como a John Woods que ha salido ileso del ataque a las torres gemelas, del anterior ataque de 1993 y de un avión que se estrelló en Escocia al cancelar de último momento su viaje.
Al respecto de la suerte y de la atracción hacia la misma tenemos varios dichos populares, la frase de “dinero llama dinero” tiene que ver precisamente con ese paradigma que tenemos al respecto de que los empresarios ricos se hacen más ricos. Otra de las frases coloquiales es una preciosísima: “la suerte de la fea la bonita la desea”.
¿Por qué la frase de “la suerte de la fea la bonita la desea”? En la respuesta se conjugan varios aspectos que concuerdan con una investigación de más de 10 años, en la que participaron 400 personas y está referida en el libro “Luck Factor” del doctor Richard Wiseman.
Contrario a lo que muchos pudieran pensar, y sobre todo para desconsuelo de quienes leen el tarot, la mano, las cartas y se dedican a la comercialización de pomadas y pociones, parece que el factor de la suerte en los negocios, el amor o los estudios no tiene que ver con la posición de la tierra, levantarse con el pie derecho y mucho menos con gatos negros o escaleras.
Tener suerte en los negocios y ser un empresario exitoso tiene que ver más con cuatro factores en los cuales se puede influir. Los empresarios con suerte y en general las personas que se consideran muy afortunadas tienen cuatro características comunes. Primero, tienen habilidad para crear y notar las oportunidades casuales. Aquí un ejemplo; Wiseman cuenta que un hombre caminaba por Nueva York y escuchó a una mujer que llamaba a un hombre como Mr. Buffet, uno de los inversionistas más reconocidos en EUA en los años 40. Por intuición la persona se acerca, se presenta y resulta que sí era el inversionista. Al cabo de un año le había logrado vender una cadena de joyerías de la cual era el propietario.
Las pruebas de personalidad en el estudio sobre la suerte revelaron que los miembros del grupo de infortunados son generalmente mucho más tensos y ansiosos que los “suertudos”, y los estudios muestran que la ansiedad perturba la capacidad para notar lo inesperado. La gente desafortunada no ve las oportunidades casuales porque está muy concentrada en buscar alguna otra cosa. Si usted es de los empresarios desafortunados, que nunca le presentan un buen proyecto, que no conoce a la gente adecuada, o invierte en la bolsa y pierde a tiro por viaje, siga en la rutina y seguramente no se topará con la suerte ni por casualidad. Seguramente no será el próximo Alexander Fleming que descubra por casualidad la penicilina, un golpe de suerte para la humanidad.
La segunda característica de los empresarios con suerte es que escuchan sus intuiciones para adoptar decisiones afortunadas. Ese me late, la corazonada o el feeling para el negocio tienen una gran importancia para el éxito de los proyectos que se emprenden.
La tercera característica es que los empresarios con suerte crean profecías que se transforman en realidad como resultado de sus expectativas positivas. Ponen una empresa y con la espectacular habilidad que tienen para idealizar su visión, son capaces de dirigir el esfuerzo para lograr que sea una realidad palpable. Disneylandia es probablemente un claro ejemplo de ello, el sueño, un viaje dirigido por la famosa María Sabina sería más comprensible que la idea de un hombre por crear un mega parque de diversiones para poder andar en su maravilloso tren. La visión tiene relación precisa con crear a partir de una imagen un negocio de éxito.
Y finalmente la cuarta característica que influye en las personas que logran atraer la suerte es que adoptan actitudes de recuperación que transforman la mala suerte en buena. Algo que tiene que ver con la perspectiva con la cual afrontamos las situaciones “desafortunadas” que se nos presentan en la vida o lo que los psicólogos llaman pensamiento contrahecho. La capacidad de imaginar lo que habría podido suceder en lugar de lo que pasó en realidad.
La magia y la superstición en la suerte siempre están presentes en nuestra mente, no se puede separar en los negocios, ni en las decisiones cotidianas. La próxima vez que haga un negocio enfóquese en trabajar estos cuatro criterios: Identifique las oportunidades casuales, escuche sus intuiciones, cree su propia profecía y recupérese de las situaciones desafortunadas. La suerte estará con ustedes.
– Felipe Sandoval